La historia de este altar comienza con la participacion de mi cuñado en el torneo de zaragoza de este año.Andaba preocupado porque queria exponer su ejercito y a ver si asi optaba a algun premio de pintura o personalizacion.En general tiene muy bien pintado todas sus unidades,pero el altar de guerra en particular…ejem.Asi que me puse manos a la obra: » ¿Cómo sería ser el altar que quería construir…?.Pensé en los retablos de las iglesias, en las figuras y relieves recubiertos de pan de oro,y de lo divinos que lucen.Por ese camino me fui.
Se me ocurrió la idea de un grifo con cuerpo humano y cabeza de águila que estuviese arrodillado y con la cabeza agachada,como en señal de ofrenda a los dioses. En un principio pensé en poner el «balconcillo» sobre sus manos, pero estaba jodidilla la cosa pues se iba a quedar un tanto frágil, de ahí que lo colocase en la espalda.
El sacerdote o archielector podría recitar las plegarias desde lo alto de su «púlpito». En un principio el altar iba a ser tirado por 2 caballos, pero qué desgracia la mía, que no cabían. Entonces coloqué esos flagelantes a modo de costaleros de semana santa…je je. Vamos que me lo puedo imaginar: el altar de guerra se encuentra de frente en el campo de batalla con el todo poderoso Archaon. El archielector comienza a sudar, le tiemblan las rodillas y no tiene saliba que tragar. Archaon le observa, quieto, inmóvil. Derrepente alza su mano en dirección al altar. El archielector a estas alturas esta pensando seriamente en cambiarse de calzones. Se arrodilla y comienza a rezar y a encomendarse a todo los dioses del Imperio. Los flagelantes hace tiempo que huyeron.Cuando derrepente…se oye una saeta que proviene del interior del casco de Archaon….jua jua.